Ese aroma a flores…
Una mujer yace desnuda y sin vida, un hilo de sangre corre por su rostro, su imagen inunda el espacio, la atmósfera es completamente azul irradiando tranquilidad y paz, al mismo momento de quedar este cuerpo inerte, nace una lluvia de flores de cempasúchil que va cayendo, anunciándonos que su cuerpo será arropado por ellas, imperando el aroma tan particular que de ellas emana, nos dan la esperanza de que la guiarán a un mejor destino.
Como la artista y pintora de este cuadro, lo que a mí más me interesa es la opinión del espectador, así que para este ejercicio incluí las evocaciones de otras personas que a continuación cito:
Evocación por
José Miguel Moreno
Analista Financiero y Músico
(Sus textos acompañan mis cuadros desde hace algunos años.)
Mujer violentada en un amanecer que ya no llega.
Lirismo floral para atrocidad real. Fragancia de flores de cempasúchil, perfume de flores ensabanadas y ella, aroma de rosa salvajemente escardada, savia de vida que por su boca escapa.
Inerte yace en su alboroto de dedos y pelo, y de su comisura espumea fino hilado de brutal crimen.
Y así se desangra un oasis de fertilidad.
Evocación por
Denny Piña
Bióloga y Entomóloga Forense
"Las fuerzas de gravedad y de la muerte en paralelo. Las livideces como un mar de serenidad al final de la existencia, el cual se ve agitado por una oleada de un perfume vegetal. Es así, vida circundando a la muerte, en un intento esperanzado por metérsele en la piel"
Evocación por
Aida Andrade
Dramaturga y Directora
"Como dormir con ojos abiertos soñando mañanas imposibles... sin colores...con un aroma lejano de rosas que jamás adornaron la casa. Así debiera ser el sueño que quizás no es eterno sino efímero." Me evoca la paz que finaliza la desesperanza. Como cuando ya pasaste tanto en la vida, que no te quedan más ganas de pelear o de luchar... no importa si la muerte viene o no violenta, al final sólo queda esto, paz... en medio de la desnudez del mundo: sólo paz. Que creo que es el fin último de la esperanza mundana.
Evocación por
Manuel Jesús González Manrique
Doctor en Historia del Arte
No estoy hecha para esto, para oler a carnalidades tersas violentadas, a expectativas truncadas, a pieles bruñidas, deseables y creadoras. No estoy hecha para oler la savia derramada por donde debía entrar vida.
Estoy hecha para que me huelan junto a las pieles ajadas por el tiempo, la enfermedad y el cansancio claudicante de una vida plena. Para indicarle el camino a los que ya agotaron su periplo por estos lares y para que vuelvan en noviembre con los suyos. Mi olor acaramelado no está para enmascarar los aromas de los que aún deberían estar conmoviéndose.
CAroDAtaVERnibus
Esta obra pertenece a una serie titulada CAroDAtaVERnibus en Ciudad Juárez y a continuación describo el contexto de la misma
Mi obra es un constante reflejo de la realidad, de ésa realidad que percibo. Esta temática es una búsqueda que muestra una realidad en constante agonía: El cuerpo aniquilado de una mujer en el desierto o una res abierta en canal, son, aberraciones que se han vuelto cotidianas en nuestra sociedad; el reflejo de estos dolores, de estas imágenes casi grotescas, de esas realidades abiertas en dos han sido, en mi obra, imprescindibles, independientemente de que sea aceptada o no.
Una de las causas que me ha motivado a trabajar sobre este tema es el misterio que siempre guarda la muerte y, sobre todo, el móvil que lleva a alguien a ocasionar la muerte de otro: por ambición, por racismo, por misoginia, por lucro, por poder o por causas aparentemente inexplicables.
Así está sucediendo actualmente en nuestro país, en donde los indiscriminados asesinatos que se cometen han quedado reducidos a cifras, a meras estadísticas de muerte.
Uno de los casos más indignantes es el de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, en todos los casos las víctimas son de escasos recursos mujeres jóvenes, trabajadoras, vulnerables social y económicamente. La muerte de estas mujeres tiene el mismo modus operandi: fueron violadas, mutiladas, torturadas antes de morir y abandonadas en el desierto.
México, al igual que otros muchos países, no cuenta con un sistema de estadísticas fiable que permita conocer con exactitud el número de feminicidios cometidos, pero según fuentes oficiales en los últimos 25 años en México se han producido más de 34,000 muertes violentas de mujeres (una media de 4 mujeres asesinadas por día)!!!! .
Y en medio de esa tragedia, ha llegado la otra que tantas portadas ha ocupado a lo largo de este sexenio: los 70,000 crímenes del narcotráfico. Y espanta ver cómo en México vivamos con esa cotidianeidad como si nada, como si fuera común encontrarse cuerpos colgados de puentes, o cabezas decapitadas en las banquetas, en grandes hileras, o fosas comunes con cuerpos descuartizados. ¿Se imaginan el pavor que una escena así ocasionaría en cualquier otro país y la reacción social que detonaría? Y aquí vemos las portadas de los periódicos o los noticieros de la noche con pasmosa indiferencia.
Ciudad Juárez, narcotráfico, ajustes de cuentas, celos, sicarios. México es un país de violencia y muerte. Y como mexicana expongo esa situación con esa crudeza tan mexicana, con esa estética tan mexicana que me ha dado esta cultura: el brutal crimen y la flor de cempasúchil. Es lo natural, ¿o no?.
Maritza Morillas